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Latinobarómetro y Chile: La crisis de la medianía

Por Mauricio Jelvez

El estupendo Informe Latinobarómetro 2007, nos muestra a Chile dentro del concierto latinoamericano, como un país insatisfecho a pesar de nuestros importantes logros económicos, políticos y sociales objetivamente alcanzados en democracia.

Primero, en lo económico, el optimismo sobre la situación económica futura del país y familiar representa en Chile un 27% y 34% de la población, siendo en promedio para A.L. de 31% y 46%, respectivamente. Sólo un 10% de la población comparte la afirmación que nuestra distribución de la riqueza es muy justa o justa, mientras que en la región es un 21%.

Segundo, en lo político, sólo el 46% declara apoyo a la democracia y un 36% satisfacción con ésta, en cambio en A.L. los promedios son de 54% y 37%, respectivamente.

Tercero, en lo social, sólo un 9% declaran alto grado de confianza interpersonal, en cambio en A.L. ésta alcanza a 17%; en Chile se manifiestan satisfechos con la salud y la educación a la que acceden un 42 y 43% de la población, siendo en A.L. de 52 y 55%, respectivamente.

Todo esto en el marco de un país que en los últimos 17 años ha crecido en promedio al 5,5%, no sólo el mayor crecimiento de toda América Latina, sino que también una época de progresos políticos, sociales y económicos sin parangón en nuestra historia.

Estamos en la mitad de nuestro camino al desarrollo y pareciera que atravesamos como país nuestra propia “crisis de la medianía”, es decir, aquella que ocurre alrededor de los 40 años y que consiste en revisar la vida hacia atrás y proyectar el futuro. Según el carácter de la persona el balance puede ser más autoflagelante o más autocomplaciente respecto del pasado y más pesimista o más optimista sobre el futuro. Evidentemente, aunque no se trate de un juicio objetivo y estrictamente racional, sus efectos sí tienen consecuencia en la vida concreta de las personas.

Aun cuando podríamos estar diciendo: si hemos hecho lo más, por qué no podríamos hacer lo menos, ese no parece ser el ánimo predominante. Lo cierto es que emerge con fuerza que para la segunda mitad al desarrollo nos están demandando más democracia, más equidad y más protección social. Las expectativas se fueron al alza.
Entonces, necesitamos asumir este desafío y para ello debemos cumplir con dos condiciones esenciales para alcanzar el desarrollo integral: una, creernos que es posible y, dos, ponernos de acuerdo en las principales tareas para emprender la segunda parte de esta ruta.

Columna publicada en La Segunda el 21 de Noviembre de 2007