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“La primera lección de la crisis del salmón fue la falta de sustentabilidad de esta Industria”

En un nuevo encuentro de la Comisión de Sustentabilidad Ambiental y Social del CED, se abordó el tema “Crisis del salmón, lecciones y desafíos para la sustentabilidad de la acuicultura en Chile”.

Juan José Soto, asesor en temas acuícolas y pesqueros del Ministro de Economía, fue el encargado de explicar el desarrollo de la empresa del salmón en Chile, su explosivo crecimiento; el impacto económico y social y el develamiento de las carencias regulatorias, que quedaron de manifiesto con la llegada del virus ISA.

En la década de los ’80, se comienza a desarrollar una nueva industria: la salmonicultura. Esta actividad que se realiza principalmente en concesiones ubicadas entre las regiones X y XI, en pocos años llegó a representar la segunda fuente de divisas por concepto de exportaciones, cómo producto específico, después del Cobre, creciendo a tasas de dos dígitos los últimos 10 años, alcanzando cifras de exportación de alrededor de US$ 2400 millones durante el año 2008.

El próspero desarrollo de esta empresa se vio dramáticamente alterado con la llegada del virus ISA, el que no sólo produjo mermas en las arcas de la industria, sino que asoló a vastas zonas geográficas y a sus comunidades, que en muchos casos habían llegado a depender, entre un 90 y 100% de esta actividad productiva.

De esta forma, fuimos testigos como durante el 2007 hizo su aparición el los cultivos de salmones chilenos el virus ISA. Frente a esta contingencia, las empresas adelantaron sus cosechas con el propósito de no perder su producción, por lo que durante el 2008, contrario a lo esperado, se evidenció una fuerte alza de ésta. Sin embargo, este ascenso ficticio fue seguido por la realidad de este escenario, que significó una fuerte caída. Así en lo que va corrido de este año, el desplome ya bordea el 50%.

Esta crisis ha tenido además, un impacto social de grandes proporciones, convirtiéndose en la preocupación central del Gobierno el apoyo y manejo de la situación desencadenada entre los trabajadores del área, que alcanzan a 15.000, los que, junto a su grupo familiar representan alrededor de 60.000 personas directamente afectadas por la crisis. Panorama complejo, más aún si consideramos que estas condiciones se producen en un área geográfica muy limitada, y que falta incluir en este análisis el impacto en el empleo indirecto (Hoteles, transporte, servicios, etc.) que llegan a una cifra similar (15.000 trabajadores más).

Pero esta nueva realidad tuvo una clara génesis: La ausencia de regulación por parte del Estado. De esta forma, las empresas se establecieron y basaron su competitividad en aumentar la densidad poblacional del salmón, lo que les aseguraba mayor cosecha y, por ende mayor rendimiento e ingresos. Así se dio el fenómeno que, a falta de normativa, incluso aquellas empresas extranjeras que desarrollaban la actividad bajo nociones de sustentabilidad en sus países de origen, enfrentadas a esta férrea competencia, optaron por cambiar sus prácticas y basar su sistema productivo en el de mayor rendimiento, que les asegurase competitividad frente al potencial mercado comprador.

Sin embargo, estas duras condiciones tienen como contrapartida una oportunidad. Pese a que la Crisis del Salmón ha traído graves problemas que aún requieren solución, también fue el origen de importantes modificaciones a la reglamentación que hoy asegura, por un lado, la fortaleza del Estado frente a los grupos que desarrollan esta actividad y, por otro, el origen de un cambio profundo en la forma de producción.

De esta manera, en este momento el desafío para la política pública es asegurar el desarrollo sustentable de esta actividad, para lo que, entre otras medidas, ya están en ejecución la diversificación y la creación del cluster acuícola; el aumento de dotación y recursos para fiscalización; la limitación en la entrega de concesiones; el mejoramiento de la infraestructura de la zona y el ordenamiento territorial que originó la creación de barrios concesionados coordinados, que garanticen la sincronía en la plantación; cosecha; recepción de suministros; retiro del producto y , de esta forma, el cuidado del ambiente.

A todo lo anterior, se debe sumar el esfuerzo inmediato desplegado por las autoridades para atender a los requerimientos de la población afectada, por medio de una intervención que apoya, por ejemplo, a la capacitación con mantención.