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Las encuestas a la basura

Esta columna utiliza el término como “residuos desechados y otros desperdicios” y no como “estiércol de las caballerizas”, que es otra expresión que emplea el Diccionario de la Lengua Española.

Las encuestas políticas han caído en el desprestigio después de los resultados de la última elección y con razón.

La pregunta que surge es la causa de estos resultados. Es posible plantear varias hipótesis que incluso pueden actuar simultáneamente:

  • Las motivaciones políticas de los responsables, complacer al mandante y guiar a la opinión pública, como ocurrió en varios casos, en que algún candidato presidencial más que duplicaba o reducía las preferencias en el curso de una semana, lo cual no es posible en estos procesos.
  • Además, las encuestas se han transformado en un negocio rentable, que en muchas áreas hay que complacer a quién las solicita, especialmente para los estudios de mercado.
  • El uso inapropiado, ya que es muy diferente hacer una encuesta política, a usarla para medir el desempleo, las ofertas de La Polar, el terrorismo en la Araucanía o la simpatía de Yerco Puchento. La muestra utilizada, el cuestionario y la interpretación de los resultados pueden diferir.
  • La temporalidad de las opiniones o hechos concretos que se trata de medir. Este es un aspecto esencial dada la fluidez de los encuestados en ambos aspectos, especialmente en materia política, dado su desinterés o ignorancia. Además, es muy distinto estar consultando fenómenos transitorios o comportamientos de largo plazo, aspectos momentáneos o decisiones con efectos permanentes.
  • La ausencia de normativa a diferencia de otros países.

Las encuestas generalmente utilizan muestras representativas para obtener los resultados y su selección es un aspecto central para establecer la confianza obtenida. El marco muestral es clave al respecto y su confección es de alto costo, porque la población objetivo es cambiante en el tiempo; el mejor ejemplo es el INE cuando la meta es tener representatividad territorial, ya que hace seguimiento de las transformaciones geográficas. Cuando se dispone de ese marco, es posible seleccionar una muestra confiable. Sin embargo, en el contexto actual de esta especialidad en Chile, hay que tomar con precaución los resultados.

La encuestas políticas tienen un precario diseño muestral que les hace perder certeza, como es el caso de mezclar consultas telefónicas de redes fijas y celulares, con lo cual se pierde representatividad pues se dispondrá de información sesgada. Algo similar acontece con las muestras en que se fijan cuotas por determinadas condiciones, como sexo, edad y otras características que deben cumplir los encuestadores, lo cual se agrava cuando son de tipo callejero; pero, prima el bajo costo.

La categorización de la población debe clasificarse en segmentos que no son siempre precisos. Por ejemplo, en las encuestas de empleo la definición de empleado o desocupado no es nítida, así como las remuneraciones expresadas. En todo caso, tienen un alto grado de rigurosidad tanto en el INE como en la U. de Chile.

El cuestionario es otro elemento decisivo, sobre todo cuando las preguntas incitan a determinadas respuestas o admiten diversas interpretaciones. A lo anterior se suma la calidad de los encuestadores y los mecanismos de control para evitar que representen la opinión de la población objetivo y no sean inventadas. Tampoco es muy claro que los entrevistados respondan lo que realmente piensan y no lo que creen que es lo “políticamente correcto”.

Lo que es claro es que el sentido que se busca medir dependerá de las características del grupo objetivo, la temporalidad que se ha seleccionado, los grupos sociales examinados, la región escogida, los niveles educacionales, de ingreso u otros aspectos, lo cual generará procesos diferentes a ser analizados.

En todo caso, las encuestas políticas fueron rajadas en el examen, no pasaron la prueba, repiten en marzo.

La enseñanza es que quedó de manifiesto la necesidad de normar diversos aspectos de esta especialidad. Los perjudicados son muchos y en algunos campos el país entero. Hoy prima la ley de la selva.

Columna publicada en Diario Financiero