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Del Decreto al Fallo

Por Sergio Micco*

A propósito de la “píldora del día después” todo indica que la Ministra de Salud se equivocó al intentar, mediante decreto exento firmado a comienzos del 2007, resolver un tema nacional que provoca hondas polémicas e intensas diferencias. Igualmente es claro que tampoco es bueno que el Tribunal Constitucional intente zanjar la cuestión. Lo cierto es que en una sociedad pluralista, los temas públicos que intensamente nos dividen, debieran ser objeto de acuerdos prácticos comunes en el Congreso Nacional.

Muchos aplaudieron de pie a la Ministra cuando firmó el decreto. Pero los hasta ayer satisfechos se debieron haber preguntado qué pasará si mañana es otra Ministra de Salud quien decreta que el uso de dispositivos intrauterinos es abortivo y, por ende, debe eliminarse. Asimismo, quienes se sienten representados por el fallo del Tribunal Constitucional, debieran preguntarse qué pasará si la débil mayoría que condenó el uso de la “píldora del día después”, es reemplazada por otra de signo contrario. Difícil, pero no imposible.

No es bueno el “gobierno de los jueces” pues no es tarea de hombres y mujeres de derecho conciliar intereses contrapuestos, ni buscar compromisos entre coaliciones enfrentadas. Ellos simplemente debe aplicar la ley, diciendo a quién favorece el Derecho y quien deberá perderlo todo. Sus fallos son siempre susceptibles de ser cambiados. Así no hay seguridad jurídica ni certeza social. Además, cada fallo se remite a los derechos, intereses, argumentos y pruebas particulares de los litigantes. El interés general queda así relegado a segundo plano. Los jueces no son representantes directos del pueblo y no obedecen a lo que la mayoría de la ciudadanía quiere.

Es cierto que iniciativas como la propuesta por la Ministra de Estado son de difícil aceptación en el Congreso. Igualmente verdadero es que este adolece de fuertes deficiencias por su mecanismo electoral de generación, por su composición y atribuciones. Creemos que todo esto lo tuvo a la vista la Ministra, al intentar eludir la vía legislativa. Y de acuerdo a la teoría de las reacciones anticipadas, buscó ahorrarse este amargo trago. Pero ya está claro que el remedio resultó peor que la enfermedad. Como nada bueno traerá ahora intentar eludir el fallo recurriendo a la autonomía municipal. Sólo hay que recordar lo que se dijo en contra de los municipios que se negaban a distribuir la píldora. ¿Ahora aplaudiremos a los que sí lo hagan? Vuelvo sobre el error de eludir el compromiso con el que piensa distinto. Pues, si el día de mañana un municipio decide no enseñar la “teoría de la evolución”, ¿aplaudiremos su autonomía? Ante la incapacidad de poder resolver un tema nacional, ¿no les estamos entregando la decisión a más de trescientas autoridades distintas? ¿Nuevas acciones judiciales?

Por ello me inclino por la vía legislativa. ¿Qué hacer mientras no contemos con ese ideal Congreso Nacional plenamente representativo, pluralista y deliberativo? Pues lo que se hizo en el Senado de 1948 y 1952. Este era muy poco representativo del Chile de su tiempo. Pero ello no impidió que el Dr. Salvador Allende se pusiera de acuerdo con sus colegas senadores Girón y Durán más Eduardo Cruz Coke, creando el Colegio Médico o dictando la ley que generó el Servicio Nacional de Salud y eso fue bueno para Chile, como lo saben todos los hombres y mujeres del área de la salud.
* Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo