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“La desigualdad tiene que ver con el mundo del trabajo, no sólo con el acceso a él”

Los especialistas en economía del trabajo e investigadores de la Fundación SOL, Marco Kremerman y Gonzalo Durán, participaron como expositores en el segundo encuentro del ciclo de Talleres Laborales 2013 del CED.

Durante su intervención, los economistas realizaron un “Análisis multidimensional de la situación del empleo en Chile”, desde la preocupación de lo que se ve cada día, es decir, de la realidad laboral más allá de lo que dicen los datos.

La exposición comenzó con la aseveración de que en Chile existe un diagnóstico no consensuado sobre la situación del empleo y que, pese a que las fuentes de información disponibles para hacer el análisis son confiables, tienen el foco en la calidad y poseen grandes potencialidades -como la NENE (Nueva Encuesta Nacional de Empleo)- ella presenta déficits en el análisis, ya que éste es realizado de acuerdo al viejo paradigma del volumen o cantidad de puestos de empleo, tasas de ocupación, desocupación y participación. De esta manera se ha sub-utilizado el instrumento, perdiendo la oportunidad de hacer un diagnóstico desde un punto de vista multidimensional.
Por esta razón, en su presentación los investigadores mostraron los resultados del estudio realizado por la Fundación SOL (Durán, Kremerman y Páez del año 2012), para lo que – recogiendo las recomendaciones de importantes organismos internacionales y basándose en los datos entregados por las instituciones especialistas de nuestro país- estudiaron el fenómeno de la calidad del empleo en Chile desde una mirada multidimensional, abarcando las siguientes áreas: de inserción; de seguridad social (dimensión clásica); material; de poder y una subjetiva

Dada su experticia, durante la presentación en el CED Kremerman y Durán abordaron las cuatro primeras. Para ello, realizaron un despliegue de datos y análisis que ilustraron y dieron soporte a sus afirmaciones, las que en síntesis se pueden resumir de la siguiente manera:

1.- Dimensión de inserción en el trabajo: En este punto no se trata sólo de que los trabajadores se encuentren ocupados, sino de cómo es esta inserción. Es decir, qué características y condiciones tiene el empleo. En Chile el porcentaje de subempleo por trabajo parcial involuntario alcanza al 56,3% lo que lo ubica en el 2do. puesto comparado con los países de la UE, sólo superado por Grecia. Por ello, se hace necesario otro análisis, aquel que tome como indicadores la tasa de desempleo abierta, la tasa de desempleo oculto y el desempleo equivalente por personas subempleadas. Esta sería la manera de levantar un Tasa de Desempleo Integral, la que para el caso chileno llega hasta el 10,7%. Esta es la evaluación que refleja la real situación del mundo del trabajo en este momento en el país.

Los especialistas no desconocieron que la tendencia durante los últimos doce meses ha sido positiva, pero con su análisis han demostrado que sostener que el país se encuentra con pleno empleo es un error importante.

El estudio -además- manifiesta que si bien cerca de 900 mil personas se encuentran sin trabajo, más de un millón doscientas mil personas están viviendo serios problemas de empleo. Ellos se deben entre otros factores a: la calidad del empleo (si cuentan con contrato y cotizaciones; o si desarrollan un empleo por cuenta propia); la incidencia de la externalización y; la distribución del empleo asalariado (si es directo o tercerizado).

2.- Dimensión e seguridad social: La condición de asalariado debe analizarse en virtud del cumplimiento de prestaciones básicas como contrato, estabilidad, seguridad social. En Chile, el fenómeno de los “falsos asalariados” (trabajadores dependientes sin contrato de trabajo) se ha extendido, alcanzando como promedio nacional al 18,5%.
Por ello, para los investigadores es evidente la necesidad de manejar un nuevo índice en el análisis de la calidad del trabajo, este es el de “Empleo Protegido”, que mezcla protección y estabilidad. Es decir, indica el porcentaje de trabajadores con contrato Indefinido, más cotización de salud, pensión y seguro de cesantía. En este caso, el promedio nacional es de 54,3%.

3.- Dimensión material: esto es la retribución material recibida como fruto del trabajo. En Chile los ingresos promedio, según la medición de la casen del año 2011, llegaban a $ 364.855, es decir un cambio real del 8,41% respecto a la del año 2009. Sin embargo, desagregando el dato, el promedio para la mediana p50 registró un retroceso del 4,29% y, en cambio, los ingresos para el percentil 90 subieron un 11,97%.
Con ello surge una interrogante evidente ¿quién crece cuando Chile crece? Los expertos expusieron con resultados de sus estudios que, en fases positivas del ciclo se detectan dinámicas de crecimiento “Pro – Rico”. Así, el cambio real de ingresos laborales (incremento) entre 2011 y 2013 según categoría de los trabajadores fue el siguiente: empleadores 56,30%; cuenta propia 7,70%; empleados 16,70% y obreros 13,30%. Para graficar el fenómeno aún más claramente, indicaron que un estudio de Seminarium determinó que entre 2010 y 2012, los gerentes generales han aumentado sus compensaciones variables en un 30% real.

4.- Dimensión de poder: Esta esfera señala el porcentaje de trabajadores afiliados a sindicatos y la cobertura de negociación colectica. Las estadísticas dan cuenta del detrimento sufrido por esta dimensión. En Chile, pese a haber aumentado entre 1972 y el año 2011 de casi tres a más de siete millones la población trabajadora, el número de sindicalizados se mantiene estable (algo menos de un millón). De ellos, sólo el 8% tiene cobertura de negociación colectiva y, peor aún, de este porcentaje el 30% es bajo el sistema de huelga prohibida.

Por todo lo expuesto anteriormente, no es de extrañar que, como la principal conclusión de su investigación, Kremerman y Durán señalaron que la desigualdad se explica en el mundo del trabajo.

Solo como datos ilustrativos; el índice gini entre la población trabajadora creció. Por lo tanto, el sólo hecho de que haya más cantidad de trabajo no es sinónimo de mayor igualdad. Por otra parte, en nuestro país, el 1% más rico concentra el 30,5% de los ingresos totales.

Por ello, sostuvieron que Chile se encuentra en un puzle de formalidad – precarizante. Por lo tanto, el diagnóstico al que llegan es diferente al de las fuentes oficiales: La inserción laboral es endeble y con alto grado de sub-utilización, técnicamente no se puede hablar de pleno empleo (y omitir el “desempleo de tiempo parcial”); la calidad del empleo tiene déficits, que se han profundizado a medida que la economía se expande; y la formalidad no es sinónimo de calidad del empleo. Muchas instituciones laborales, operan de un modo que no se da en ninguna otra parte del mundo. Lo que se conoce como negociación colectiva en Chile, en otras partes no lo es.

Finalmente, Kremerman y Durán recalcaron que parte importante de la desigualdad tiene su origen en el mundo del trabajo, en las relaciones de producción (y no solamente en el acceso). De esta manera, si realmente se quiere abordar el problema de la desigualdad en nuestro país y buscar soluciones viables, es indispensable ocuparse de elaborar un nuevo modelo de relaciones laborales y de generar un cambio en la matriz productiva.