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Otra Democracia Cristiana para otro país

Por Mauricio Jelvez
La Democracia Cristiana vive tiempos de cambio. El Chile de hoy es muy distinto al de 1990. Nos sentimos orgullosos de nuestro protagonismo para dejar atrás el Chile del completo abuso y la exclusión, pero también somos concientes de la responsabilidad que tenemos en la construcción del país del futuro, con más democracia e igualdad.

Cambian los signos de los tiempos y la DC deberá cambiar si quiere permanecer en el tiempo y ganar el futuro, pero sobretodo, propiciamos un cambio en la DC para cambiar al país. Nos asiste la profunda convicción que la DC es y debe seguir siendo el mejor instrumento político para transformar Chile garantizando su estabilidad democrática y la inclusión de todos los chilenos y chilenas a los beneficios del desarrollo.

Asumimos sin traumas que lo hecho… bien hecho está. Pero afirmamos sin ambigüedad que ni corrigiendo ni perfeccionando el “modelo” podremos alcanzar el desarrollo. Sostenemos que nuestro desafío de cara al futuro es ofrecer a Chile una nueva estrategia de desarrollo integral que nos permita transitar la segunda mitad del camino pendiente.

La formulación de la nueva estrategia de desarrollo integral, supone abandonar visiones polarizadas, ideologizadas y antagónicas de lo hecho en democracia; de los fines (crecimiento o equidad) y de los medios (Estado o mercado) para reconocer nuestra realidad tal cual es y que no es otra que la de un país que aun está en vías de desarrollo.

Ante la pregunta ¿Qué queremos cambiar?, respondemos A Chile como sociedad de múltiples asimetrías y desigualdades.

¿Cuáles son los desequilibrios que más nos incomodan?

Primero, las desigualdades sociales abismantes. Segundo, la heterogeneidad estructural de nuestra economía. Tercero, la distribución inequitativa de los aprendizajes en educación. Cuarto, la excesiva segmentación social de nuestro territorio. Quinto, la exclusión del sistema político de sectores representativos de la sociedad chilena y, sexto, la excesiva concentración espacial del poder.

Hablamos de otro proyecto país, en tanto, se trata de reformas de mayor densidad y complejidad. Reformas que deberán desplegarse en múltiples planos y que se van sucediendo de manera simultánea.

Estamos decididamente por un proyecto país que asume la necesidad de Más y Mejor Estado en todos los ámbitos que se necesite, en la lógica de un rol más activo de éste para liderar la transformación social y productiva del país, articulando una creciente complementariedad y potenciando la cooperación público-privada e incentivando la generación de Más y Mejores mercados para Chile donde sea pertinente, como la mejor combinación y antídoto para corregir la excesiva concentración de la riqueza.

Los humanistas cristianos creemos que las sociedades y sus instituciones no son fenómenos naturales, sino realidades culturales, que hemos creado y que podemos modificar mediante el esfuerzo colectivo. Por tanto, no estamos en presencia de realidades inmutables, a las cuales debamos resignarnos como parte de un destino ineludible. Del mismo modo, tenemos la convicción de que la política es el principal instrumento para transformar el actual estado de cosas, es decir, que con la adopción de decisiones colectivas es posible que los ciudadanos se hagan dueños de su propio destino. En definitiva, reivindicamos la política, pues ésta nos humaniza y nos hace más libres. Nos dignifica en nuestra esencia y en nuestra convicción comunitaria.

Mantenemos nuestra visión de transformación de la sociedad individualista en una sociedad comunitaria y solidaria, donde, el espíritu libertario y crítico que proclamamos, desarrolle toda la creatividad humana en todos los campos de la vida y no sólo en el plano económico.
Es por eso, que el Congreso de la Democracia Cristiana debe ser una invitación a todos los chilenos y chilenas a soñar juntos, a debatir, a confrontar ideas, a acordar un proyecto que contribuya a fortalecer y darle sentido a un partido político, que sólidamente enraizado en las tareas del cambio social, siempre canalice las justas demandas y nobles esperanzas de todos aquellos para los cuales tenemos una deuda aún pendiente.

Por ello, proponemos convertir nuestro Congreso Ideológico, en tanto Congreso para el Cambio en el momento histórico para ofrecer a Chile Otra Democracia Cristiana para Otro País en el Bicentenario.