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Chile requiere una nueva política energética

¿Son necesarias las represas en la Patagonia?, fue la interrogante que planteó Patricio Rodrigo, Secretario Ejecutivo del Consejo de Defensa de la Patagonia (CDP), quien en el último encuentro de la Comisión de Sustentabilidad Ambiental y Social del CED expuso sobre los impactos negativos del proyecto HidroAysén.

Utilizando este espacio, en el que en una actividad anterior Daniel Fernández presentó los argumentos de HidroAysén, Rodrigo contrastó las diferentes visiones que se tienen sobre esta materia.

Al iniciar su intervención, el representante del CDP contextualizó la discusión. Explicó que la denominada Patagonia alcanza una extensión que equivale a los 2/3 de Chile continental; se constituye como la segunda o tercera reserva mundial de agua dulce y, no sólo eso, sino que la más limpia; concentra el 90% de los glaciares de nuestro país y tiene una importancia gravitante para su imagen, siendo el emblema que distingue a Chile en todo el mundo.

Por otra parte, Patricio Rodrigo aclaró que el Consejo que encabeza se constituyó el año 2007 y hoy está compuesto por 64 ONGs, miembros del mundo académico, medios de comunicación, empresarios, movimientos estudiantiles y sindicatos, entre otros. Además de contar con un apoyo parlamentario transversal de 21diputados y siete senadores y sobre el 50% de toda la comunidad nacional.

Durante su intervención, el experto entregó una serie de antecedentes que evidencian la inconveniencia de las represas. Primero, por los claros incumplimientos legales y normativos en los que incurre el proyecto, lo que se manifiesta en la gran cantidad de observaciones que se le presentaron, además de que vulnera tratados internacionales; pone en mayor riesgo a especies en peligro de extinción y se sitúa en una zona con un elevado factor de riesgo sísmico, entre otros.

Sin embrago, existen también otros elementos que considerar, como el control monopólico de los derechos de agua del río Baker, los que fueron entregados a las empresas hidroeléctricas en un 99,93%, dejando disponibles apenas el 0.07% de ellos para otras actividades como la acuicultura; agrícolas; agua potable; turismo y la vida de la comunidad para toda la Cuenca del Baker.

Por otra parte, Rodrigo fue enfático al señalar que se deben considerar los impactos económicos y costos ambientales no internalizados que la ejecución de este proyecto que contempla la construcción de mega represas -en los ríos Baker y Pascua- generaría. Entre ellos, la pérdida de ingreso por menor afluencia de turistas a la Región de Aysén (calculado en base a un estudio de Salamanca y Sapiains de la Universidad de Chile, sobre los 40 millones de dólares al año); la pérdida de valor comercial de las propiedades afectadas; la pérdida de empleos e imagen en el sector turismo (el mismo estudio calculó en más de 4.000 empleos permanentes que se perderían por menor turismo, comercio y trasporte); el bloqueo al desarrollo de proyectos de energías renovables no convencionales; la concentración de la generación de energía eléctrica en el SIC del duopolio ENDESA-Colbún (hoy con el 74% y con HidroAysén sobre el 90% del total generado); también el impacto negativo en la construcción al concentrase las obras en pocas y grandes empresas, etc.

Todos estos impactos, aún no consideran otro factor primordial que, aunque presentado como un proyecto separado de las centrales, debe ser analizado y evaluado en unicidad con el proyecto, y que es el tendido de transmisión, largo y vulnerable. Esta línea de transmisión alcanza una longitud de 2.300 Km., afectando a 67 comunas, 9 regiones y más de 4,6 millones de hectáreas, que se verán intervenidas por torres de más de 60 metros de altura.

Además de todas estas huellas, el patrimonio ambiental de Aysén (que en más de un 80% es de todos los chilenos) se verá seriamente afectado por el daño al valor del paisaje, el que, de acuerdo a un estudio realizado por Keri Price, de la Universidad de California, ascendería a un monto cercano a los 4.000 millones de dólares, sólo considerando el menoscabo al paisaje.

Finalmente, para Patricio Rodrigo la solución al problema se encuentra justo donde éste se genera: En la política energética. “Chile requiere una nueva política energética”, que mejore el modelo equivocado que se ha implementado y ejecutado durante los últimos 28 años, dándole oportunidades a todo el potencial que presentan las energías renovables no convencionales (geotermia, centrales de paso, mareomotriz, solar eólica, biomasa) y que además rompa la tendencia que se da en la relación crecimiento-consumo, la que hasta hoy no está desacoplado, es decir, es mayor el consumo de energía que el crecimiento alcanzado. Esta es la tendencia que es imperioso romper.