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Chile debe definir una posición político-estratégica con Bolivia

Invitados a una nueva sesión del Taller de Defensa y Seguridad del CED, Cristián Garay, investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile y Loreto Correa, académica de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), abordaron el tema “Las relaciones Chile-Bolivia”.

Ambos expertos complementaron sus exposiciones al acercarse a la materia desde circunstancias diferentes, pero que finalmente coincidían en su diagnóstico y propuestas.

Loreto Correa realizó una revisión de la historia económica de Bolivia, sus etapas de desarrollo y las relaciones comerciales con sus países limítrofes y, principalmente, Chile. A través de ello, explicó la política exterior del país vecino y el estado en que se encuentra en relación a Chile.

Resumiendo puntos centrales de su trabajo, señaló que Bolivia es un país con una economía 7 veces menor que la chilena, cuya producción se encuentra “gasificada y mineralizada”. El aporte de estos rubros al PIB se ha elevado desde el año 2004, pero no debido a un alza de su producción, sino más bien en función de los precios internacionales alcanzados por ellos.

Esta composición económica dice relación con las proyecciones comerciales que podríamos tener con Bolivia, la que pese a ser de saldo comercial negativo para Bolivia, se ve restringida para la entrada de productos de nuestro país y para la adquisición de algunos claves para Chile desde el mercado boliviano (como el gas) debido a que -como lo ha expuesto el representante del conglomerado opositor a la actual administración- el gobierno de Evo Morales “no se ocupa de lo prioritario”, sino que dentro del proceso revolucionario político-social-indígena, que está impulsando, actúa con otra lógica, con un voluntarismo que lo ha llevado al congelamiento de las relaciones con Chile. Proceso que se verifica de manera mediatizada, quebrándose el esquema de entendimiento que se mantuvo con los gobiernos de la Concertación y “maritizando” el tema.

Para la experta, en este escenario Chile está en una situación de ventaja, por lo que es tarea de la administración central definir claramente una estrategia acorde a nuestros intereses que permita: desmaritizar la relación; recuperar la confianza entre ambos países; definir qué es lo que se quiere alcanzar en lo económico y lo político y darle una dirección clara y consistente a esta relación que es vital, desechando las ambigüedades y promoviendo la cooperación por medio de estrategias comunicacionales y de integración que, si bien tendrían un costo menor para Chile, promoverían que en Bolivia “nos percibieran como nosotros nos vemos”. La cooperación es el medio para modificar voluntades, conseguir un cambio de perspectiva en los pueblos y reactivar una relación basada en la confianza.

Por otro lado, Cristián Garay abordó el tema desde una premisa basada en la historia, para él, la nuestra en común con este país vecino tiene una marca “negativa”. Ella está anclada en las acciones y consecuencias de la Guerra del Pacífico.

Pese a que Bolivia ejercía una soberanía nominal sobre los territorios perdidos luego de este conflicto, la pérdida del acceso al mar que los condenó a la mediterraneidad, es un resultado que se utiliza para explicar los problemas de desarrollo del país vecino.

Como este argumento, que ya se había revigorizado entre la opinión pública boliviana con la edición del libro “El Tratado de 1904. La Gran Estafa”, Evo Morales propone un proyecto revolucionario donde la salida al mar es su culminación. Para el actual gobierno boliviano, el tratado – como eje central de las relaciones entre ambos países- debe ser desechado.

Este punto es clave para entender el acelerado deterioro, hasta llegar al congelamiento, de las relaciones bilaterales, pues la transformación política de Bolivia es completa y, aún más, por mandato Constitucional (incluido expresamente en la nueva Constitución aprobada por el propio Morales) se obliga a la revisión del Tratado de 1904.

Es por ello que el especialista llama a que la administración chilena no ceda ante la idea de que Evo Morales no cumplirá con las acciones jurídicas que ha anunciado y que, por el contrario, se prepare a través de la conformación de un grupo transversal que de manera coordinada trabaje en el estudio de la situación, la preparación de respuestas, pero también de propuestas. Es decir, por una parte prepararse para objetar una solicitud de revisión del tratado porque ello sería anacrónico e inviable, pero por otra, trabajando para ir construyendo una estrategia que permita enfocar las relaciones entre ambos países y que genere canales sutiles de atracción.

Pese a que el problema político que se enfrenta es mayúsculo, a su juicio, ésta es la vía para el cambio y la posibilidad de resolución de un conflicto entre estos países vecinos que deberían estar llamados a una vocación de colaboración.